El consumo de drogas es uno de los grandes males de nuestro tiempo; uno de esos claros signos de la decadencia de la civilización occidental, que intenta llenar su vacío espiritual con toda clase de placebos.
La droga mueve mucho dinero y vivimos en un mundo movido por el dinero y en el que la gente sólo se mueve por dinero.
“Poderoso caballero es Don Dinero”, decía Quevedo.
Si los poderosos son los adinerados, y la droga mueve dinero...
¿No interesará el negocio de la droga a los poderosos?
Si los gobiernos no acaban con la droga es porque no quieren. Todas las campañas anti-droga y todas las “redadas” son una gran mentira para hacernos creer que se está luchando por acabar con ella.
El negocio de la droga interesa por la cantidad de dinero que mueve, pero también porque la droga sirve para acabar con nuestras neuronas.
Los
efectos de la droga en el cerebro son devastadores, convirtiendo a
personas sanas en auténticos imbéciles después de su prolongado consumo.
Sin
neuronas, no podemos pensar, y si no pensamos no nos damos cuenta de
cómo nos engañan todos esos astutos políticos que se aprovechan de
nosotros.
Quién consume drogas no las consume libremente, sino que es llevado a ello por un Sistema que se las sirve en bandeja, aprovechando los momentos de debilidad del individuo para incitarle a consumir. Una vez se cae es muy difícil salir.
No es el consumidor quien consume la droga, sino que es la droga quien "consume" al consumidor, es decir, lo aniquila.
Consumir
droga le proporciona al Sistema (amos del mundo) una gran cantidad de
dinero y una gran cantidad de esclavos sin cerebro dispuestos a hacer
todo lo que se les ordene. NOSOTROS, los fascistas, si que decimos con toda sinceridad: ¡DROGAS NO!
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