Tras un largo parón, (disculpen por la escasa cantidad de artículos, en Septiembre la subida volverá a ser más regular) volvemos con un artículo brindado por Perros y Gatos, blog dedicado a la exposición de datos e imágenes sobre razas caninas y perrunas. En este caso muestra al Alano Español.
El alano español es una raza de perro de agarre o presa, su tamaño es medio y se considera como raza autóctona de España. De orígenes muy antiguos. Al mezclarse se crean otras razas como el perro de toro en España, el alano de vautre (agarre) en Francia, el antiguo bulldog en Inglaterra, el extinto Bullenbeisser en Alemania o el propio dogo argentino.
Historia
Algunos autores consideran que el alano español desciende del antiguo perro llamado alaunt que utilizaban los alanos tanto para la guerra como para el manejo de ganado vacuno, tumbando toros como buen can de agarre, desde la época del imperio Sármata en Asia central, en el siglo I de nuestra era.
La existencia de perros alanos en España data de hace varios siglos, aunque no está muy claro cuál fue su origen. Algunos creen que esta raza de moloso fue extendida por Europa por los alanos en el siglo IV y que fue llevada a la península Ibérica y al norte de África por los vándalos.
En 1350 publica el rey Alfonso XI su Libro de la montería, y en el siglo XV se publica el Tratado de la montería, anónimo, en el cual se realiza una profunda descripción somática del perro. Cuando se hablaba de perro alano, todos sabían que se trataba de un presa corredor que para justificar su nombre debía reunir determinadas características: con cabeza fuerte, de proporciones longuilíneas, grupa alta y buenos huesos. También su carácter quedaba claramente definido por su función de perro de agarre; «no tomando por hambre ni por premio, sino por naturaleza instinto» (hoy lo llamamos instinto de presa). De lo que no cabe duda es de que estos perros estaban muy extendidos, como lo prueba su aparición en pinturas, por ejemplo los alanos que plasma Velázquez en La cacería del hoyo, que se encuentra en la National Gallery de Londres, los de Goya en su Captura de un toro o los de un grabado del romántico francés Blanchard. Asimismo son nombrados por Cervantes y Lope de Vega «alanos de los tercios».
Llegada a España
Se cree, según la hipótesis más probable, que llegaron a la península Ibérica acompañando al pueblo alano, poco después de la caída del Imperio Romano, sobre el siglo V. Se trataba de ejemplares robustos y primitivos, los alanos utilizados principalmente para la guerra, la caza y la ganadería. Más tarde, sus inmejorables cualidades psicofísicas (robustez, valentía y lealtad) hacen al alano jugar un notabilísimo papel como miembro de los ejércitos españoles, especialmente durante la conquista del continente americano. Las primeras referencias escritas sobre el alano aparecen en el medievo, de la mano de Gonzalo de Berceo, en el año 1247. Datos más completos los encontramos en 1347, en el libro de la montería, de don Alfonso XI El justiciero. Otras menciones de importancia sobre el alano digna de mención se produce en Utrera en 1603, por parte de fray Francisco de Tamayo.
Conquista de América
En la conquista del Nuevo Mundo desempeñaron un papel fundamental los perros, animal desconocido por los indígenas. Éstos, sumados a los caballos, armaduras y arcabuces contribuyeron al triunfo. Fueron el terror de los nativos. Así, los relatos de la época no escatimaban descripciones impresionantes como las siguientes:
El fraile Bernardino de Sahagún refiere testimonios de indios atacados por «perros enormes, con orejas cortadas, ojos de fiera de color amarillo inyectados en sangre, enormes bocas, lenguas colgantes y dientes en forma de cuchillos, salvajes como el demonio y manchados como los jaguares». La descripción tiene un inevitable tono de admiración y temor; no olvidemos que en la época precolombina (antes del arribo de los conquistadores) los indios poseían perros de pequeña talla y cuerpo menudo. De esta suerte, los indígenas denominaron a los canes de los españoles una «diabólica invención».
De Bartolomé Colón y Fontanarossa, hermano del descubridor y adelantado y gobernador de La Española, dicen las crónicas que empleó 200 hombres, 20 caballos y 20 alanos; fue el «debut» de los alanos en la Conquista de América.
Valentía
El alano es avalado principalmente por su enorme valentía, haciéndose especial mención a la hora de enfrentarse con el jabalí, despreciando incluso su propia vida. Durante estos siglos sus funciones han variado poco: perro de guerra, ganadero (especialmente para el bovino), caza mayor y guardería. Es en el siglo XVIII cuando aparecen los primeros testimonios escritos del alano, sobre su participación en la fiesta del toro bravo.
Sus cualidades traspasarán las fronteras españolas, llegando a ser muy significativas las exportaciones, tanto al continente americano como a países de Europa, como Francia, Inglaterra o Alemania, con el fin de mejorar sus propias razas, especialmente el bulldog inglés y el dogo de Burdeos. Incluso la prensa internacional se hace eco de sus características, tal y como ocurrió en el año 1873 en la prensa británica, donde se describe minuciosamente a un ejemplar de presa español (alano) llamado Toro, diciendo así: «...luchando sujeta a su adversario únicamente por la cabeza, es silencioso e inmune al dolor...».
El alano español es una raza de perro de agarre o presa, su tamaño es medio y se considera como raza autóctona de España. De orígenes muy antiguos. Al mezclarse se crean otras razas como el perro de toro en España, el alano de vautre (agarre) en Francia, el antiguo bulldog en Inglaterra, el extinto Bullenbeisser en Alemania o el propio dogo argentino.
Historia
Algunos autores consideran que el alano español desciende del antiguo perro llamado alaunt que utilizaban los alanos tanto para la guerra como para el manejo de ganado vacuno, tumbando toros como buen can de agarre, desde la época del imperio Sármata en Asia central, en el siglo I de nuestra era.
La existencia de perros alanos en España data de hace varios siglos, aunque no está muy claro cuál fue su origen. Algunos creen que esta raza de moloso fue extendida por Europa por los alanos en el siglo IV y que fue llevada a la península Ibérica y al norte de África por los vándalos.
En 1350 publica el rey Alfonso XI su Libro de la montería, y en el siglo XV se publica el Tratado de la montería, anónimo, en el cual se realiza una profunda descripción somática del perro. Cuando se hablaba de perro alano, todos sabían que se trataba de un presa corredor que para justificar su nombre debía reunir determinadas características: con cabeza fuerte, de proporciones longuilíneas, grupa alta y buenos huesos. También su carácter quedaba claramente definido por su función de perro de agarre; «no tomando por hambre ni por premio, sino por naturaleza instinto» (hoy lo llamamos instinto de presa). De lo que no cabe duda es de que estos perros estaban muy extendidos, como lo prueba su aparición en pinturas, por ejemplo los alanos que plasma Velázquez en La cacería del hoyo, que se encuentra en la National Gallery de Londres, los de Goya en su Captura de un toro o los de un grabado del romántico francés Blanchard. Asimismo son nombrados por Cervantes y Lope de Vega «alanos de los tercios».
Llegada a España
Se cree, según la hipótesis más probable, que llegaron a la península Ibérica acompañando al pueblo alano, poco después de la caída del Imperio Romano, sobre el siglo V. Se trataba de ejemplares robustos y primitivos, los alanos utilizados principalmente para la guerra, la caza y la ganadería. Más tarde, sus inmejorables cualidades psicofísicas (robustez, valentía y lealtad) hacen al alano jugar un notabilísimo papel como miembro de los ejércitos españoles, especialmente durante la conquista del continente americano. Las primeras referencias escritas sobre el alano aparecen en el medievo, de la mano de Gonzalo de Berceo, en el año 1247. Datos más completos los encontramos en 1347, en el libro de la montería, de don Alfonso XI El justiciero. Otras menciones de importancia sobre el alano digna de mención se produce en Utrera en 1603, por parte de fray Francisco de Tamayo.
Conquista de América
En la conquista del Nuevo Mundo desempeñaron un papel fundamental los perros, animal desconocido por los indígenas. Éstos, sumados a los caballos, armaduras y arcabuces contribuyeron al triunfo. Fueron el terror de los nativos. Así, los relatos de la época no escatimaban descripciones impresionantes como las siguientes:
El fraile Bernardino de Sahagún refiere testimonios de indios atacados por «perros enormes, con orejas cortadas, ojos de fiera de color amarillo inyectados en sangre, enormes bocas, lenguas colgantes y dientes en forma de cuchillos, salvajes como el demonio y manchados como los jaguares». La descripción tiene un inevitable tono de admiración y temor; no olvidemos que en la época precolombina (antes del arribo de los conquistadores) los indios poseían perros de pequeña talla y cuerpo menudo. De esta suerte, los indígenas denominaron a los canes de los españoles una «diabólica invención».
De Bartolomé Colón y Fontanarossa, hermano del descubridor y adelantado y gobernador de La Española, dicen las crónicas que empleó 200 hombres, 20 caballos y 20 alanos; fue el «debut» de los alanos en la Conquista de América.
Valentía
El alano es avalado principalmente por su enorme valentía, haciéndose especial mención a la hora de enfrentarse con el jabalí, despreciando incluso su propia vida. Durante estos siglos sus funciones han variado poco: perro de guerra, ganadero (especialmente para el bovino), caza mayor y guardería. Es en el siglo XVIII cuando aparecen los primeros testimonios escritos del alano, sobre su participación en la fiesta del toro bravo.
Sus cualidades traspasarán las fronteras españolas, llegando a ser muy significativas las exportaciones, tanto al continente americano como a países de Europa, como Francia, Inglaterra o Alemania, con el fin de mejorar sus propias razas, especialmente el bulldog inglés y el dogo de Burdeos. Incluso la prensa internacional se hace eco de sus características, tal y como ocurrió en el año 1873 en la prensa británica, donde se describe minuciosamente a un ejemplar de presa español (alano) llamado Toro, diciendo así: «...luchando sujeta a su adversario únicamente por la cabeza, es silencioso e inmune al dolor...».