viernes, 6 de abril de 2012

La propuesta Nacional y Sindical.


La bandera de la unidad y del vigor de España.

Lo nacional: la Patria

Vivimos los españoles una época decisiva. Tenemos a la intemperie lo más profundo, valioso y delicado. Época en que el riesgo y el peligro cerca, no sólo a nosotros y a los utensilios sociales de nuestra vida, es decir, no sólo a nuestras instituciones, a nuestro bienestar, a nuestra cultura, sino a nuestra propia Patria. Ello después de cuatro siglos de unidad y de ser España la primera unidad nacional de la Edad Moderna

Hay que sacrificarlo todo a lo nacional. Y a la vez que decimos y proclamamos que nada nacional nos es ajeno, manifestamos también el resultado de nuestras pesquisas en pro de una solución a la angustia española de esta época.

Ese resultado a que aludimos es que hay que llevar al pueblo, a todo el pueblo, la suprema cuestión de España y de su destino. Todo consiste en extender y propagar ante todo el pueblo la gran verdad de que sus intereses todos, desde el más alto y profundo de tener una gran Patria, hasta el de vivir con un mínimo de paz, pasando por el de atender a las necesidades económicas de cada día, dependen en realidad de que España sea o no un gran pueblo libre, una nación fuerte y justa, un Estado vigoroso y nacional.

La Patria es más necesaria a las capas populares que a los privilegiados. Hay que dar, pues, en medio de todo el pueblo el aldabonazo de servicio a España, la consigna nacional, de forma que la hagan suya y la vigoricen con su aliento las más amplias zonas de españoles.

Nacionalizar a los españoles, a todo el pueblo, ligar su destino con el destino nacional de España. Ese es el camino más inmediato, la tarea más importante.

Nada nacional nos es ajeno, repetimos. Pero parece necesario ser exigentísimo acerca de lo que sea lo nacional, y cuáles son las fuerzas nacionales. Nacional será para nosotros todo aquello -organizaciones, ideas y hombres- que coloque la victoria española por encima de cualesquiera otra. Y que se afane de un modo positivo por el imperio y el triunfo de la causa española.

Repetimos en este primer número nuestra entrega a lo nacional, nuestra decisión de considerarlo como el primer ingrediente de cuanto hagamos. Todo lo nacional encontrará aquí resonancia, [Visado por la censura] y todo lo antinacional combate firme y sin tregua.

Sin España, sin la Patria, nada.

Lo sindicalista: el Pan

Dos realidades inmediatas llevan hoy de la mano a los españoles a encararse con el problema de la organización social de nuestra Patria. Una, la conmoción marxista. Otra, la crisis de trabajo, el paro obrero y la anormalidad notoria con que se desenvuelve la economía nacional.

Se trata de organizar la vida de la producción y del consumo de modo que todos los españoles útiles y capaces tengan garantizada una subsistencia normal y digna, sin entrar a saco en las economías privadas ni perturbar en el más mínimo grado la producción nacional. Basta con un Estado en línea de rendimiento, un pueblo disciplinado en su propio beneficio y unas organizaciones, unas estructuras sociales vigorosas.

Hicieron crisis las organizaciones obreras de base marxista. Sus sindicatos eran nidos de agitación, trincheras al servicio de los intereses políticos de las burocracias socialistas. Parece que lo más urgente ahora es destruir hasta la más profunda raíz esas madrigueras rojas y presentar a las masas ingenuas y desilusionadas el panorama de una vida sindical a extramuros de la preocupación revolucionaria bolchevique.

Nosotros estamos convencidos de que sólo los Sindicatos nacionales, es decir, los Sindicatos obreros identificados con la ruta nacional de España y, por tanto, constituidos en sus propios defensores, pueden desarrollar entre las masas la atmósfera que se precisa para desplazar definitivamente a las organizaciones marxistas.

El problema de las estructuras sociales está ligado íntimamente a la existencia nacional de España y a la subsistencia material de los españoles. No hay posibilidad de vida económica si se carece de unos instrumentos sociales que representen y disciplinen los factores diversos que intervienen en el proceso económico. Esos instrumentos son los Sindicatos.

El Estado que en nuestro tiempo no advierta y, por tanto, no utilice a los sindicatos como poleas imprescindibles de su acción, es un Estado ficticio, enclenque y sin vigor. España, pues, necesita orientar su vida social hacia el plano de la sindicación de todos cuantos elementos intervengan de algún modo en la producción nacional. Sindicatos nacionales y obligatorios en todas las ramas. Eso queremos.

Los Sindicatos, como células reales de la vida social, son la mejor garantía contra el paro, las crisis y la anarquización de la vida económica.

Nosotros desarrollaremos gran actividad -toda la que nos sea posible- en la tarea de llevar a los españoles la convicción nuestra de que es preciso sustentar la vida de la Patria sobre bases sindicalistas, como paso a las grandes corporaciones reguladoras de toda la economía.

Es nuestra angustia por el vivir diario de los españoles, la preocupación por sus patrimonios, el afán de evitar la ruina de los pequeños industriales y labradores, el exterminio definitivo del hambre y de la miseria, lo que nos conduce a señalar y a insistir en la creación de Sindicatos amparadores, responsables y ligados de modo auténtico a los intereses de todo el pueblo que trabaja.

No concebimos el Estado y la sociedad misma sin esas formidables instituciones que son los Sindicatos, así como la necesidad imperiosa de sustraer esos organismos a toda influencia internacional y todo servicio a las grandes encrucijadas revolucionarias del marxismo.

Lo nacional y lo sindicalista, es decir, la Patria y el Pan.

 

Lo nacional-sindicalista: la Justicia

Creemos no tener que esforzarnos en convencer a todos de que sin Justicia la vida es un infierno permanente. Dar a cada uno lo que es suyo, bien, pero la vida de los grandes pueblos exige completar esa frase con algo como lo siguiente:

Dar cada uno a los demás, a la Patria que los representa, el servicio necesario.

Y decimos a todos los españoles: la existencia de España tiene que basarse en dos cultos: el culto a lo nacional, a la Patria, y el culto social, al pueblo. Esa es la síntesis y el nervio del nacional-sindicalismo. Sólo así haremos de España un hogar para todos los españoles y sólo así conseguiremos el orgullo de vivir en un pueblo libre y fuerte.

Lo nacional-sindicalista conduce, pues, a sustentar la vida histórica de nuestra Patria española sobre los más firmes pilares. Hace de todos nosotros soldados activísimos de la grandeza de España, como Patria justa, como bandera noble y eficaz frente a la brutalidad y la explotación de los pueblo

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