sábado, 4 de febrero de 2012

Caídos por dios y por la patria



"Nosotros mismos hemos sacudido nuestra modorra y sacrificado nuestras vocaciones para recorrer España, en los días crudos, con frío o con calor, pero con honradez y lealtad, para decirles a los obreros: "Muchos de nosotros, que no sentimos el hambre que destroza vuestros hogares, que aniquila vuestras vidas, salimos a la calle en defensa de vuestra causa, dispuestos a dar la vida". Y esto no es una falsedad, un engaño más, cuando se tiene a la espalda esa lista de muertos.

Y por eso esta juventud nuestra, como por obra de milagro, ha encontrado una vena de heroísmo y de valor que se hallaba como escondida, como soterrada muy honda y sale de su casa con un temple que supera al mejor temple antiguo. Aquí tenéis la lista, en la que figura Matías Montero, el fundador del Sindicato Católico de Estudiantes, que, aun sabiendo que estaba amenazado de muerte, no varió siquiera el itinerario para ir a su casa. Jesús Hernández, un niño, quince años. Le dispararon por la espalda un tiro, y en la Casa de Socorro, cárdeno, en el delirio ya de la agonía, todavía pudo cantar entre dientes la vieja canción de las J.O.N.S.: "quiero una muerte española..."
Y este Manuel Carrión, gerente de un hotel de San Sebastián. ¿No os lo imagináis, tranquilo, dulce, pacífico, con una habilidad extraordinaria para el desempeño de su profesión? Tenía que ser modelo de complacencia, de delicadeza. Pero un día sintió la llamada de lo heroico y redactó unas hojas en vascuence y en castellano, y salió a repartirlas por las calles. Se le amenazó de muerte, y un día le dieron un tiro, por la espalda. Murió sin conceder la menor importancia a la vida. Sólo le interesó el triunfo del ideal por el que derramaba su sangre.
Así, los muertos y los vivos. Hoy tenemos en Sevilla trece camaradas presos, y uno de ellos, uno que, cuando murió Manuel García, alegre, haciendo cara al enemigo, le cogió en sus brazos para que las turbas no lo mutilaran, y dando traspiés, cayendo una vez y levantándose otra, pudo llegar a un lugar seguro, y entonces, dándole un beso en la frente, le dijo: "¡Arriba España!"
¿Creéis vosotros que no hemos encontrado la fecundidad de Falange Española en hechos como los que he citado? Esos dos muchachos que recientemente, prendidos en llamas, salieron a la calle gritando: "¡Esto es un atentado comunista!", ¿no es otro ejemplo de fecundidad y de amor a la idea? ¿No es otro ejemplo de heroísmo el no preocuparse de sus cuerpos incendiados y procurar solamente que no cayera la responsabilidad sobre la organización? Así todos los días. Unos caen en las calles, asesinados por la espalda; otros se hallan en las cárceles, desde donde nos escriben llenándonos de emoción. Así da gusto mandar gentes.
Estas víctimas y estas gentes que cartas tan sentidas y fervorosas nos escriben, legitiman nuestro derecho a mandarlas; por eso nosotros os llamamos a todos, deseosos de devolver a España una justicia social firme e inquebrantable y nuevas glorias."

Jose Antonio Primo de Rivera, 21 de Julio de 1935

No hay comentarios:

Publicar un comentario