sábado, 11 de febrero de 2012

Menos "abajo esto".

No se emprendió a fondo la reconstrucción de nuestro Ejército y de nuestras fuerzas navales y aéreas. Nuestra frontera y nuestras costas siguen desguarnecidas y el heroísmo secular de nuestros oficiales y soldados expuesto a la estéril gloria de las empresas desgraciadas.

No se ha reinstalado el sentido nacional y espiritual de la escuela, materializada por el marxismo. No se ha hecho justicia por los sucesos de octubre. El Estado, cobarde y cruel, como todo Estado débil que no se siente justificado, su rigor por el servicio a un gran destino, fue excesivo en la represión con los humildes y claudicante en el castigo de los grandes culpables. Se dijera que los gobernantes, inseguros de su razón y de su permanencia, querían granjearse la benignidad futura de quienes, si ahora eran reos, podían ser jueces mañana. Así, mientras fue ejecutado, tras de saludar a la bandera, el sargento Vázquez, pronto veremos al traidor Pérez Farrás reír sobre la tumba del heroico capitán Suárez, a quien asesinó.
Todo esto salió de las elecciones del 33, aparte de los asuntos turbios que las Cortes dejaron impunes y el aparato de sujeción en que España, sin libertad, ha vivido sujeta, como si se estuviera sosteniendo una comprometida guerra exterior o llevándose a cabo una ingente empresa interna. ¿Se nos moviliza para sacar otras Cortes iguales? Entonces no acudiremos. Para cerrar el paso al marxismo no es voto lo que hace falta, sino pechos resueltos como los de esos veinticuatro camaradas caídos, que por cerrarles el paso dejaron en la calle sus vidas frescas. Pero hay algo más que hacer que oponerse al marxismo. Hay que hacer a España. Menos "abajo esto", "contra lo otro", y más "arriba España", "por España, una, grande y libre", "por la Patria, el pan y la justicia".
Queremos el orgullo recobrado de una patria descargada de chafarrinones zarzueleros: exacta, emprendedora, armoniosa, indivisible; unidad de destino superior a las pugnas entre los partidos, los individuos, las clases y las tierras distintas. La política internacional de España deberá regirse por su interés y su conveniencia, no por presión alguna exterior. Para eso, España tiene que ser fuerte; su Ejército y sus flotas marítima y aérea han de asegurarle en todo instante la independencia y la jerarquía. La educación ha de encaminarse a formar un espíritu nacional fuerte y unido, y a implantar en el alma de las juventudes la alegría y el orgullo de la Patria. Todo lo que sea invocación patriotera sin este sentido, sin este contenido, será una música de charanga con la que unos cuantos privilegiados traten, en vano, de distraer al pueblo para que no se acuerde de su hambre.

Teatro Norba, de Caceres, 19 de enero de 1936 
Jose Antonio Primo de Rivera.

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