jueves, 20 de diciembre de 2012

Hablando un poco sobre el marxismo...


Contra el problema del paro no caben soluciones huecas, parches ni bonitas palabras en el actual sistema. Este se ha venido a conformar en un modelo conservador, impotente e ineficaz de lánguida vida. Ha perdido si es que algún dia la tuvo, la capacidad resolutiva con que se autocoronaba. Pero como las leyes no permiten otro tipo de soluciones que las aplicadas huelgas, decir -oidlo todos- que este sistema no tiene medios ni voluntad para solucionar los males que azotan nuestro pueblo. En otras palabras: España a la deriva.

El trabajador -y no digo el asalariado para abarcar así tambien a los parados- tiene que optar inmediatamente, nada más percatarse de lo obsoleto del sistema, por las dos únicas vías resolutivas que hoy se encuentran: la marxista o la revolución nacionalsindicalista. Esto es claro. El capitalismo y el anarquismo hace tiempo que perdieron su vigencia entre las masas. El marxismo -y lo decimos nosotros, que no somos marxistas- se presenta aún hoy apetecible para gran parte del pueblo español. Ahora bien, el marxismo es esencial y doctrinalmente, antinacional. El marxismo escinde a España en dos frentes: el suyo y la burguesía (con conciencia anti o extraproletaria). El marxismo siembra el resentimiento. El marxismo desliga de sus masas todo sentido nacional, patrio, de defensa de nuestra tierra, de nuestro ser más primario y elemental: el de españoles. Somos antimarxistas, pero jamás antisociales. "Nuestro patriotismo -como decía Ramiro Ledesma Ramos- es revolucionario, social y combativo".

Es por ello que el marxismo aún siendo tan atractivo para el pueblo, es incapaz de ofrecer soluciones al día siguiente de la revolución. Ya lo dijo Ángel Pestaña. Desconectando a los españoles de su ser histórico no se les podrá aliviar de las penurias sociales en que se encuentran; falta de perspectivas nacionales toda revolución social cae en la desunión, en la lucha de clases, en la extrapolación revanchista de un sector sobre el resto de sus paisanos. No hay redención material sin redención espiritual, y viceversa. La meta del marxismo no es la justicia social, sino la dictadura del proletariado.

Desengáñense los trabajadores, tampoco el marxismo puede dar solución al paro. Revolucionariamente puede obtener metas importantes en la línea de la colectivización y las comunas laborales, no cabe duda. Pero su negación de la familia, como tal y como célula social, le ciega ante una de las inminentes soluciones contra el paro: el incremento de la explotación comunal y familiar de la tierra. Otro tanto ocurre con su negación de la propiedad privada, aún siendo la de pequeños y modestos agricultores. Sobre la base de negación de todo sentido nacional, de todo ser histórico, no puede afrontarse una auténtica revolución que, como primera, tenga la meta de dar trabajo justo y digno a todos los españoles. Sin esa raigambre nacional, que a nosotros nos impulsa a aspirar a una expansión económica y política de la nación, los marxistas no pueden querer, en absoluto, la grandeza de la Patria, que es tanto como decir la prosperidad del pueblo.

RETAMOS AL MARXISMO - que todo lo quiere manipular- AL COMBATE, O MEJOR DICHO, A SU EXTERMINIO Y DISOLUCIÓN.


No hay comentarios:

Publicar un comentario