domingo, 17 de marzo de 2013

Manipulación de la historia.


Algunos autores por comodidad, otros porque alimentan sentimientos de odio hacia nuestra lucha, no se consideran obligados a comprobar las afirmaciones tomadas de los panfletos de propaganda de los regímenes que nos han perseguido. Esto no se llama ya historia, sino escuálida propaganda, escrita para servir a determinados intereses y para saciar la sed de venganza de ciertos ambientes. Si la historia contemporánea  que se ha desarrollado ante nuestros ojos, sufre deformaciones tan groseras, ¿qué podemos creer de la historia de los siglos pasados? ¿Cuál es el porcentaje de verdad que existe en las obras que tratan de las épocas pretéritas?

Uno de los temas de más viva actualidad de nuestra época es ciertamente el problema de la verdad histórica, la cual está amenazada no solo por la falibilidad humana o por las pasiones no sospechadas de los autores: existen verdaderos centros para la falsificación de la historia, organizados y dirigidos por los mejores elementos de la intelligentzia marxista, que han mancillado a ilustres personalidades del pasado e incluso el honor y la reputación de naciones enteras. Estos centros de subversión histórica actúan no solamente en los países sometidos a la férula comunista, donde tratan de borrar la memoria de las nuevas generaciones la verdadera historia de los pueblos sojuzgados, sino también en los países del mundo libre. En Occidente, donde el clima de la libertad no ha sido aún suprimido, los comunistas no pueden recurrir al terror para ahogar la verdad histórica, pero tratan de sustituirla con «verdades» prefabricadas por el izquierdismo internacional. Abusando del principio de la libertad de conciencia y de expresión que gobierna la vida espiritual de Occidente, los marxistas se han infiltrado  en el mundo de la «persuasión oculta» donde disponen de periódicos, revistas, transmisiones televisivas, editoriales, y donde cuentan con complicidades entre los escritores «comprometidos». No es un secreto para nadie que algunas grandes empresas editoras, que difunden anualmente millones de libros entre la masa de los lectores y que, por tanto, contribuyen ampliamente a la formación de la opinión pública, se encuentran bajo control comunista.

Horia Sima 24 de junio de 1969


"Escribir un libro que no teme a la verdad y que no incurre en aquellos sutiles lugares comunes que provocan el aplauso de los que cuentan es un acto de valentía especial en un mundo que solo premia a los que saben permanecer dentro de «las reglas del juego»."

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