Una vez más, 26 de septiembre, los indignados españoles se echaron a la calle, junto a otros indignados profesionales que viven por y para el alboroto y que pretenden acaparar la indignación de los españoles, unos españoles que manifestación tras manifestación les dan la espalda, porque los conocemos, por que sabemos quienes son y no nos sentimos representados por ellos ni por su enfermizo odio a España. Son los chicos de la gasolina, son los que queman autobuses en el País Vasco, los que profanan iglesias en la facultad, los que rompen escaparates. Son la hez de una sociedad que afortunadamente se niega a ser representada por semejante calaña.
Durante la manifestación de ayer un incidente se produjo,no fue la primera vez y no será la última. En la concentración celebrada (sin autorización) en la Plaza de Neptuno, un joven sacó una bandera. No era una bandera republicana, ni la roja y negra de los antifascistas que es como ahora se hacen llamar los radicales de izquierda, era una bandera de España. Y lógicamente, cuando uno conoce al ganado allí reunido, no faltaron voluntarios que le arrebataran la bandera al joven y la lanzaran a la multitud.
¡Y esta gente quiere representar la indignación de los españoles! Venga hombre, a vuestra casa a representar a vuestra madre, que sólo sois terroristas en vías de desarrollo.
Los españoles estamos indignados ¡Sí! Y queremos y exigimos cambios ¡Sí! Deseamos que más de uno y más de dos de los responsables de nuestra situación tengan la justicia que merecen... ¡Pero de ahí a arrojarnos en vuestros brazos..! No hombre no, que estamos indignados no agilipollados.
Estamos indignados por España porque la amamos, porque es nuestro hogar y nuestra casa común y queremos verla próspera y limpia de ladrones y orgullosa de si misma y de su Historia.
Y para eso no sobran banderas de España, sobráis los chicos de la gasolina.¡Nos sobráis! ¿Queda claro?
Cuando comenzó el movimiento de los indignados eramos decenas de miles los que estuvimos en la puerta del sol, pero nos echasteis. Nos echasteis con vuestra actitud, con vuestra violencia, con vuestro radicalismo, con vuestro antiespañolismo.
Ahora quedáis 6.000, pero para vuestra desgracia hemos vuelto y hemos vuelto indignados por España, orgullosos de nuestra bandera.
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