jueves, 25 de octubre de 2012

Conserva la llama interior...


La sociedad está podrida. La gente va de un lado a otro, pasando de largo sobre cualquier cosa que importe realmente en su vida. Incluso aquellos que parecen observarla desde fuera porque dicen no seguir la corriente, y se dan cuenta de la mierda que consume nuestras mentes y nuestras almas, no terminan de evadirse de la corrupción que nos bombardea y nos rodea en cada momento de nuestras insulsas vidas. El tiempo de la espiritualidad, del honor y de la coherencia ha sido sustituido y nos ha abandonado forzadamente. Ahora vivimos bajo un orden basado en la mezquindad y el egoísmo, y la hipocresía es la reina en las relaciones sociales. Y no somos felices.

 Muy pocos son ya los que conservan una pequeña llama interior que consciente o inconscientemente agita sus conciencias, recordando que en otro tiempo, aunque el mundo material fuera oscurecido por los males que azotan a la humanidad desde el principio de su existencia, predominó la paz interior en los corazones de los hombres, que tenían fuertemente enraizada la esencia verdadera de la vida, la cual les guiaba hacia la luz y les enseñaba a despreciar las tinieblas que conforman la oscura autodestrucción a la que ahora somos propensos.

 El valor de lo material, un valor frágil y pasajero, maligno y tentador, ha borrado de nuestras conciencias la importancia de lo espiritual y de la esperanzadora pasión que ello nos infunde a la hora de enfrentarse con la vida, con los demás y con uno mismo.

 Quien vea ciertos estos razonamientos puede decidir ser sincero con uno mismo y tratar de mantenerse sobre la época que le ha tocado vivir, o incluso luchar, casi siempre vanamente, por mantener vivas esas pequeñas llamas que van perdiendo fuerza y apagándose, tal y como viven y sobreviven los héroes contra el tiempo.

 Estas son mis convicciones, cada día que pasa más claras en mi pensamiento. Y son las razones que me impulsan a escribir y pregonar y llevar con orgullo las palabras que se merece este mundo decadente, senil y caduco: Fuck The World, Folk The World.

✠NCR✠

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