martes, 23 de octubre de 2012

Éramos pocos y pario el cacahuete...


Éramos pocos y pario el cacahuete ¡Que asco!

Parecemos vivir en la tierra del todo vale; no importa el precio, ni el cómo, ni el porqué. Con la excusa de los “numerosos” puestos de trabajo, de los supuestos “beneficios” para Extremadura, de esto, de lo otro y de lo de más allá; ahora vienen los hijos de la putísimia Lady U$A  a interesarse por nuestros campos para el cultivo masivo de… ¿CACAHUETES?

Si, habéis oído bien, el puto cacahuete “extremeño”, gracias al beneplácito del ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, del presidente de la Junta, de la compañía PepsiCo y de su obesa madre americana.

1.800 hectáreas en el conjunto del país, de ellas 1.100 en Extremadura, tras lo que prevé ampliar la iniciativa hasta unas 10.000 hectáreas, en su mayoría en regiones españolas como Extremadura y Andalucía. Todo esto para su distribución en el americanizado mercado europeo y para el deleite de todos aquellos bodoques adictos al “snack”, al sofá y a la podrida MTV.

Según el presidente de PepsiCo en España, este proyecto es "un paso más allá" de su tradicional actividad ya que consiste en introducir en Europa una actividad novedosa, el cultivo y la transformación industrial del cacahuete, tradicional en países extracomunitarios como EEUU (¡iros a la mierda!).

Es de vergüenza ver la permisividad que se tiene con los jodidos productos de fuera mientras que aquí, la calaña política y la maldita comunidad europea, se están pasando por el forro todas las normativas que deberían favorecer la comercialización de los productos autóctonos. En vez de fomentar y potenciar la economía local y tradicional, destruyen todo a su paso dejando a los productores europeos en la cuneta.

Señor ministro, presidente y ejecutivos de PepsiCo: Métanse su concepción de la Agricultura, de la Alimentación y del Medio Ambiente (junto con todo ese montón de frutos secos más propios para monos y jugadores de baloncesto) por el ojo del “buyete”. ¡A ver si se enteran! ¡Lo nuestro es el cerdo, el vino, el aceite y las bellotas grandes como melones (o acaso quieren alimentar a nuestros gorrinos con semejante aberración para sacar al mercado el “genuino jamón de cacahuete”, ¡vamos por favor!)!

Como extremeño siento vergüenza y rabia al escribir estas palabras; mientras, la dehesa sigue muriendo lentamente afectada por “la seca”, encinas y alcornoques envejecen de mala manera afectados por la fitóftora australiana; nuestros ríos siguen infectados de nocivas plantas extranjeras como es el camalote amazónico; la improductiva central nuclear, con su silenciosa amenaza y sus pocos beneficios para las manos forasteras, sigue dañando nuestra vista al pasar por Almaraz; la proliferación de transgénicos, de productos químicos y de nuevas costumbres alimenticias sigue haciendo estragos y chocando con la tradicional idea de lo que han de ser buenos cultivos,  la defensa de la trashumancia y de la ecológica ganadería extensiva. En definitiva: de una economía alternativa y favorable al medio ambiente autóctono.

Es evidente que el abandono de nuestro entorno rural y de nuestro representativo modus vivendi es cada vez más preocupante. Éramos pocos y parió el cacahuete, el MacDonals, y toda la maldita mierda que nos quieran echar… ¡PARECEMOS GILIPOLLAS!

Fdo: Germán Alcantarilla.

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