Algunos
autores por comodidad, otros porque alimentan sentimientos de odio hacia
nuestra lucha, no se consideran obligados a comprobar las afirmaciones tomadas
de los panfletos de propaganda de los regímenes que nos han perseguido. Esto no
se llama ya historia, sino escuálida propaganda, escrita para servir
a determinados intereses y para saciar la sed de venganza de ciertos ambientes.
Si la historia contemporánea que se ha desarrollado ante nuestros
ojos, sufre deformaciones tan groseras, ¿qué podemos creer de la
historia de los siglos pasados? ¿Cuál es el porcentaje de verdad que existe en
las obras que tratan de las épocas pretéritas?
Uno de los temas de más viva actualidad de nuestra época es
ciertamente el problema de la verdad histórica, la cual está amenazada no solo
por la falibilidad humana o por las pasiones no sospechadas de los autores:
existen verdaderos centros para la falsificación de la historia,
organizados y dirigidos por los mejores elementos de la intelligentzia marxista, que han mancillado a
ilustres personalidades del pasado e incluso el honor y
la reputación de naciones enteras. Estos centros de
subversión histórica actúan no solamente en
los países sometidos a la férula comunista, donde tratan de borrar la
memoria de las nuevas generaciones la verdadera historia de los
pueblos sojuzgados, sino también en los países del mundo libre. En Occidente,
donde el clima de la libertad no ha sido aún suprimido, los comunistas no
pueden recurrir al terror para ahogar la verdad histórica, pero tratan de
sustituirla con «verdades»
prefabricadas por el izquierdismo internacional. Abusando del principio de la
libertad de conciencia y de expresión que gobierna la vida espiritual de
Occidente, los marxistas se han infiltrado en el mundo de la «persuasión oculta» donde disponen de periódicos, revistas,
transmisiones televisivas, editoriales, y donde cuentan con complicidades entre
los escritores «comprometidos». No es un secreto para nadie que algunas
grandes empresas editoras, que difunden anualmente millones de libros entre la
masa de los lectores y que, por tanto, contribuyen ampliamente a la formación
de la opinión pública, se encuentran bajo control comunista.
Horia Sima 24 de junio de 1969
"Escribir un libro que no teme a la verdad y que no incurre en aquellos sutiles lugares comunes que provocan el aplauso de los que cuentan es un acto de valentía especial en un mundo que solo premia a los que saben permanecer dentro de «las reglas del juego»."
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