“Una concepción ideológica
llevará sus principios al triunfo, sólo cuando en las filas de sus adeptos
reúna a los elementos de más entereza y de mayor fuerza de acción de su época y
de su pueblo, haciendo de ellos la falange de una organización apta para la
lucha. Pero para esto es necesario que esta concepción ideológica -tomando en
cuenta a estos elementos, puntualice en su mundo general de ideas, ciertos
postulados que, por su precisión y presentados en una forma apropiada, puedan
servir de credo a la nueva comunidad humana. Mientras que el programa de un
partido netamente político no es más que una receta para el buen resultado de
las próximas elecciones, el programa de una concepción ideológica representa la
fórmula de una declaración de guerra contra el orden establecido, contra el
estado de cosas existente, en fin, contra el criterio dominante de la época”.
“No se requiere que individualmente cada uno de los que luchan por
esta ideología esté al corriente y conozca exactamente el pensar íntimo y las
reflexiones políticas de los dirigentes del movimiento. Así como en la práctica
tendría poca eficacia un ejército donde cada soldado fuese un general, no
precisamente por su rango, sino por poseer la misma instrucción y la misma
penetración que el jefe, así también no triunfará un movimiento político,
representante de toda una ideología, si es que no aspira a ser otra cosa que un
mero receptáculo de "geniales". No. Este movimiento necesita también
indispensablemente del concurso del soldado raso, sin el cual no es posible
mantener la cohesión de la disciplina interior”.
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