domingo, 25 de marzo de 2012

El sur de Italia salvajemente destruido.

En la actualidad, fuerzas poderosas con intereses muy definidos han anulado de tal manera el debate sobre la llegada masiva de inmigración extraeuropea que el tratamiento a nivel mediático es casi inexistente. Los análisis serios que advierten de sus consecuencias solo se establecen entre grupos reducidos de personas conscientes, que son ignoradas, o directamente censuradas por los medios masivos de comunicación

Estos mismos medios son utilizados por gran parte de la élite política y financiera (Gran banca e industria), por la clase política representada en los distintos parlamentos nacionales de la UE y por numerosos dirigentes de instituciones, asociaciones y ONGs de dudosa financiación, para desfigurar y corromper las opiniones disidentes, creando un clima de histeria irracional contra cualquiera que desapruebe esta deriva y cuestione la viabilidad del modelo social que se pretende implantar desde las altas instancias.

Lo que buscan las fuerzas proinmigracionistas instaladas en el poder es crear un doble discurso para evitar el debate

Este doble discurso trata en todos los casos de implantar en las masas la falsa creencia de que cuestionar los supuestos beneficios del modelo inmigracionista, de la multiculturalidad o de la sociedad multirracial vendría a ser sinónimo de racismo, sufrimiento, opresión, genocidio, egoísmo y dominio cruel de unos sobre otros, asignando a cada pueblo un papel que debe ser asumido como propio en su imaginario colectivo:

Mientras se adoctrina a los pueblos de origen europeo de forma tal que crean que todo el mal del mundo proviene de ellos, tildándolos de opresores y siniestros para crearles un sentimiento de culpa que suprima el instinto defensivo y anule cualquier posible manifestación de orgullo nacional o étnico, a todos los demás pueblos y etnias se les invita a enaltecerse y se les lleva a identificarse con los supuestos oprimidos, generando en ellos un sentimiento de revancha, desprecio y hasta odio por los europeos, a los que a partir de ese momento empezarán a ver como fuente de todos sus males y desgracias.

El resultado podemos verlo en Francia, en Italia, en Bélgica, Suecia, Inglaterra y en paises como la España de hoy, cuya población se encuentra moralmente debilitada y su voluntad de defensa nacional, identitaria o territorial, está anulada por el auto-odio, frente a una creciente población de origen extraeuropeo cebada por propaganda institucional y mediática que la lleva a justificar, con las teorías antes expuestas, cualquier ataque, exigencia social o reclamo violento contra la población autóctona, a la par que reafirman sus identidades particulares en nuestro suelo.

Para rematar cualquier resto de posible resistencia a este suicidio, se ha fomentado en la mentalidad occidental el dogma del igualitarismo. Éste consiste en la negación de toda diferencia entre pueblos fuera del superficial aspecto físico, y en la creencia de que las diferencias sociales y culturales existentes entre los diversos grupos de población que habitan el planeta se deben solo al entorno y al ambiente, negando la indudable influencia étnico-cultural en el desarrollo de las civilizaciones.

Algunos igualitaristas algo mas fanáticos niegan incluso la existencia de distintas etnias (o razas), como si el Ser humano no fuera una especie mas del reino animal, desfigurando la realidad de su diversidad biológica y cerrando así cualquier posible discusión del tema

Se lleva de esta manera a la población a vivir bajo un falso idilio de utopías infantiles totalmente alejado de la realidad donde una multitud de colectivos foráneos sin nada en común pueden venir, asentarse, crecer en número, convivir armónicamente en un mismo palmo de suelo, y reemplazarse unos por otros sin que se pierdan para siempre costumbres y tradiciones locales y sin que se produzcan cambios sociales y culturales de importancia

Esta creencia semireligiosa en la igualdad y fungibilidad racial espoleada de forma propagandística en los medios ha permitido una mayor permeabilidad ante las oleadas migratorias masivas de los últimos años, creyendo que su comportamiento y su adaptación social sería factible y se daría de forma totalmente armónica

Luego, cuando aparecen los inevitables problemas de incompatibilidad con numerosos colectivos de inmigrantes, principalmente la inadaptabilidad, la delincuencia y la degradación del ambiente social, siguiendo las reglas del doble discurso racial se le echa la culpa a la población nativa tildándola de xenófoba, por no haber ayudado aún más a estos nuevos inquilinos, culpa aceptada con vergüenza debido al reflejo de auto-odio que ya tiene programado en su mentalidad lavada por los medios del Sistema

Queda así configurado el escenario que desembocará, a menos que esta situación se empiece a tomar en serio, en la desintegración de los pueblos que dieron lugar a la civilización europea.

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