Reeducar y castigar.
Los antecedentes del Gulag hunden sus
raíces en los trabajos forzados de la época zarista, mantenidos luego
por Lenin. Pero en 1930, con Stalin en el poder, fue cuando se
redefinieron las competencias de los campos. Aunque el principal
objetivo del Gulag era abastecer de mano de obra esclava, también
resultó un formidable dispositivo de control: lo dirigía el NKVD, la
policía política, y además los campos funcionaron como lugares de
castigo y reeducación.
Un porcentaje relevante estaba entre
alambradas por el artículo 58 del Código Penal soviético, que se
aplicaba a los opositores políticos o contrarrevolucionarios:
trotskistas, espías, terroristas, saboteadores, traidores a la patria…
El número de “políticos” en los campos se mantuvo en torno a un tercio
durante el período estalinista, con picos de hasta el 60% al final de la
II Guerra Mundial. Entonces una amnistía liberó a buena parte de los
comunes y a los urkas, los bandidos profesionales, que constituían la
aristocracia del sistema penitenciario, otra forma de castigo a los
“políticos”. El Gulag desapareció oficialmente en 1960.
De amigos a enemigos.
También hubo exiliados políticos entre
los republicanos del Gulag. Eran por lo común militantes comunistas y
habían marchado voluntariamente a Rusia, pero tuvieron desencuentros con
la jerarquía, especialmente a partir de 1947, cuando los dirigentes del
PCE prohibieron la salida de los españoles. Entre los episodios más
insólitos de ese colectivo destaca el plan de huida de José Tuñón
Albertos y Pedro Cepeda Sánchez, que querían escapar en un avión ocultos
en las maletas de dos diplomáticos argentinos. Tuñón lo intentó, pero
fue descubierto en pleno vuelo.
Condenas más duras.
Posteriormente fueron arrestados Cepeda,
Julián Fuster Ribó (que aparece citado en Archipiélago Gulag, de
Aleksander Solzhenitsyn) y, un mes más tarde, Francisco Ramos Molins. A
diferencia de la mayoría de los inquilinos españoles del Gulag, fueron
juzgados y condenados. Puestos en libertad tiempo después, Tuñón marchó a
México, Ramos y Fuster se repatriaron y Cepeda se quedó a vivir en la
URSS hasta 1966, en que regresó a Espña, donde militó en UGT. Ramos
Molins, por su parte, fue elegido diputado en 1977 en las filas de los
socialistas catalanes.
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