viernes, 30 de marzo de 2012

Las huelgas revolucionarias.


En nuestra Sección de Pensamiento Político traemos un texto de Ramiro Ledesma que puede referirse muy bien quizá no a la situación de hoy  de España pero sí a la situación de pasado mañana,  a una situación muy previsible, muy lógicamente dentro de lo razonable en un futuro inmediato.
Que la izquierda está entrando en un periodo de radicalización que nos permite hablar de la existencia de un comunismo moral, de un comunismo político y de un comunismo sólo suavizado en el terreno económico, pero aún  con ello capaz en este aspecto de terminar de arruinar a España y a los españoles, no parece muy dudoso. Tenemos un comunismo, aunque no se llame a sí mismo así,  libertario en lo moral, antinacional en lo político y económicamente desastroso que es una realidad política ya con la izquierdización del PSOE, el crecimiento de IU y el apoyo de ambos a toda propuesta secesionista, de izquierdas o derechas, que tenga a bien abrir la boca en cualquier región de España.
Que la democracia liberal y burguesa encarnada en Rajoy es incapaz de parar la toma de la calle por la izquierda es un hecho incuestionable. Este 29 M  los Sindicatos que abogan por la lucha de clases camparán a sus anchas en toda España sin que la derecha que aboga por el sistema de  la lucha de partidos esté dispuesta a mover un dedo de forma enérgica.  Que la democracia liberal burguesa es incapaz de motivar una reacción sana de la parte sana del pueblo español, incluso que tenderá a adormecer cualquier movimiento en este sentido,   también es evidente.
Que una de las razones por las que es necesario derribar este sistema político es precisamente su incapacidad  para frenar a la izquierda es otra verdad. Todo ello lo señalaba Ramiro en unas circunstancias que sólo son peores entonces con respecto a las actuales por el paso de España,  durante casi cuatro décadas,  por el Régimen de Franco lo que elevó el nivel de vida de los españoles a un punto que ahora están destrozando.   En los años 30 la cosa acabó como acabó.
Las huelgas revolucionarias
Todos los núcleos de agitación comunista que hay en Europa dirigen su mirada sobre nuestro país. Creen llegado el momento de una acometida central y esperan que un golpe de audacia otorgue el Poder a los comunistas. Desde hace quince o veinte días la atmósfera social de España se ensombrece de consignas rojas, aprovechando el desconcierto de las masas y la crisis económica que surge.
Los grupos comunistas que actúan en España suplen la existencia de un partido numeroso con la acción -sobre todo en Andalucía- de millares y millares de proletarios inquietos y febriles, lanzándolos despiadadamente a la explotación del campo revolucionario. He aquí la causa inmediata de los furores desencadenados estos días.
Existe, de un lado, la incapacidad del régimen liberal-burgués para sostener a flote nuestra economía. De otro, la continuada perturbación comunista, que amenaza devastar la riqueza del país. Ello es insostenible, y antes que abandonar indefensos los valores nacionales, urge una acción contra la audacia del enemigo.
Nuestras Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (J.O.N.S.) nacen con esa tarea urgente que realizar. La transformación económica que requiere nuestro país no puede hacerse con criterio marxista, que pondrá en peligro de muerte la existencia misma de la Patria. Sólo unos poderes nacionales, de honda raíz popular, pueden acometer hoy en España la reforma Otros intentos equivaldrán a una perturbación continuada, sin freno ni norma, que haría imposibles las soluciones de eficacia.
Esas huelgas son hoy ensayos de movilización comunista, pruebas de capacidad revolucionaria. El Gobierno las contempla sin comprender esa función que le asignamos y las va resolviendo como puede, debilitando sus fuerzas de choque.
No es difícil presentir las próximas movilizaciones. Sólo es posible detener la ola roja venciéndola. Otras tácticas son infantilismo candoroso. Nosotros preguntamos qué planes y defensas tiene el Gobierno para impedir el asolamiento de la Patria por los comunistas. Porque nuestra sospecha es de que vivimos en absoluta indefensión y de que corresponde a la acción heroica de los grupos nacionales proceder a garantizar esa defensa.
Hay que abatir el actual sistema liberal-burgués, que con sus hipócritas deslealtades mantendría al pueblo en una funesta predisposición al comunismo. Las huelgas reivindicatorias nos merecen respeto, pues es la única posibilidad de actuación social que admite la fracasada economía vigente. Pero nosotros aspiramos a un régimen económico donde las huelgas sean innecesarias e inútiles, donde la producción adquiera el rango supremo de ¡servicio a la Patria! y donde el elemento prestador de trabajo no sea «a priori» un sector rebelde a los deberes.

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